viernes, 22 de enero de 2021

El suelo enamorado de la Luna

En el pasado, cuando la oscuridad era eterna, infinita e inmensa, el Suelo de La Rioja se enamoró de la Luna y extendió sus manos formando cerros para acariciarla. 

El Sol no se resignó a perderla. Desde el primer amanecer castigó insensiblemente al Suelo enamorado. Agrietó su piel, lo debilitó y torturó hasta dejarlo esquelético, con sus huesos minerales desparramados y expuestos. Sin embargo nunca pudo matarlo, porque justo al atardecer cuando la brisa fresca alivia el dolor, el Suelo saca del cerro su daga de sombras y hiere con vehemencia al astro, quien siempre cae mortalmente derrotado. Inmediatamente, comienza un rito profano, un festejo salvaje. El Suelo danza entre colores, pinta el cielo con la sangre del contendiente agonizante y, sin piedad, devora lentamente el cuerpo hasta apagarlo. 

Exhausto, el Suelo yace en la oscuridad y con sus manos extendidas llama a su amada. 

La luna, a veces testiga de la batalla, se entrega mansa en el silencio de la noche. El Suelo, con lujurioso desenfreno la toma con sus manos ásperas y la hace suya hasta el amanecer.

El Escribidor

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