sábado, 16 de marzo de 2024

El madrugador de siestas

    Qué vida ingrata la del obrero que en las siestas de febrero, debe escapar de su pieza que parece un horno. Con sus sueños a cuesta, sale al patio a buscar alivio bajo la sombra de su parra. Casi desnudo y con el ceño fruncido, monta una vieja silla y cada tanto ahuyenta moscas o mosquitos chicoteando sus tobillos como si fuera un jinete que apresura el galope del tiempo. 

    Está inexpresivo y pensativo. Con sus ojos bien abiertos y su mirada fija en una orilla perdida del silencioso patio de tierra. De a uno aparecemos los que veneramos a ese hombre. Mi madre, mis hermanos y yo. Nos sentamos cerca y lo rodeamos como si fuera un monumento sagrado.

    Repentinamente, el niño que duerme en su mirada nos invita a jugar. Sus cejas hacen señas para que mojemos a su amada. Para nosotros sus hijos, más que por pícara complicidad, cumplimos como una orden con tal verlo sonreír.

   Entonces obedecemos, y esa mujer pierde la cordura por su necesidad de revancha. Corre a buscar pinturas mágicas y polvos sagrados de pan para transformar la realidad en un bello jardín de juegos, donde no existe espacio ni tiempo y nos sentimos inmortales. El juego es una batalla donde el premio es la risa. La cara de mi padre se llena de colores, como su cabeza y pecho cuando cada fin de año acompaña a Dios a encontrarse con el hombre. Sonríe porque ahora el calor le hace cosquillas y podemos ver en este juego quien es realmente ese madrugador de siestas.

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    La noche se acerca y ya nadie juega. Los coyoyos disimulan el callado ocaso y anuncian que ya debemos despertar de esos instantes de felicidad. 

    Febrero oscureció y marzo trajo otra vez la calma. El cuerpo sin vida de la alegría es de pintura, harina y barro, y yace desparramado en pequeños rincones de la casa. De a poco la sombra de la parra se vuelve inútil y otra vez la timidez se apodera de la familia. La sonrisa de mi padre se ha guardado en ese baúl de silencios que siempre quiero hurgar.

 
 

El Escribidor

2 comentarios:

  1. Nunca dejes de contar historias hermano. No nos prives de estás líneas mágicas 👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏

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