Es 24 de Diciembre. Ya son las once de la noche y Él recién vuelve del trabajo. Entra a paso lento, la transpiración ya se ha secado. Con una caja bajo el brazo, ingresa en silencio a su humilde casa.
Su señora, Mari, una flaca de piernas finas, pechos exuberantes, no ha sido mezquina con los colores de su maquillaje. Es para ella una noche especial. Luce un vestido rojo y unas sandalias usadas que le regaló su patrona. Con un broche se acomoda su cabello marrón, intentando tapar las raíces de meses sin teñirse.