lunes, 27 de abril de 2020

Guala

Sudabas lluvias de arcoíris. Las gotas fueron sembradas en suelos de cualquier lugar, como en tu ropa modesta. 
Fuiste un niño envuelto en armadura de noble caballero. Tu escudo y espada fue el enojo compulsivo, con el que intentaste vencer a los monstruos de la mediocridad y la imperfección. No supiste diferenciar fuertes de frágiles. 

Lograste domar caballos y dragones. Te hiciste amigo de las aves, las flores y pusiste banderas en lugares no conquistados por nadie. Criaste y enseñaste a volar a un gorrión, mientras creabas las mejores flores de tu vida. Antes de partir, pintaste el cielo en medio de un infierno oculto. Lamento no haberme hecho querer como correspondía. Ve en paz, tu dulcinea te espera. Hasta siempre.

 

miércoles, 15 de abril de 2020

Apocalipsis

El poder invisible de la muerte anda suelto. Sacude nuestras conciencia y nos obliga a examinar nuestras conductas. 
Los mas afortunados tienen alimentos y un techo donde guarecerse con sus familias. Se ha arrasado con todo. Solo quedaron recursos básicos, lo imprescindible ahora es único. La fuerza de trabajo se conduce a lo esencial, a lo vital y a lo que realmente es necesario para otros humanos. Ese otro, ha vuelto a aparecer entre las prioridades individuales. Hemos comenzado a comprender la fraternidad en su esencia. 

El madrugador de siestas

     Qué vida ingrata la del obrero que en las siestas de febrero, debe escapar de su pieza que parece un horno. Con sus sueños a cuesta, sa...