domingo, 3 de febrero de 2013

La desgracias de Mengucho

Las campanas de la iglesia del pueblo repicaron tres veces anunciando que alguien había muerto. Nos enteramos quien era cuando el peón de la casa llegó con la noticia. Strataba de Don Jeremías Nolasco Bazán, "Mengucho". Hacía más de cuatro décadas se había ido a Buenos Aires, después de haber sido sospechado del robo de un arado. Luego de demostrar su inocencia ante las autoridades, ofendido, decidió marcharse para no volver nunca más a Chuquis.

No se sabe como murió. Se comentaba que había sufrido un accidente de tránsito, pero no se conocían los pormenores. Algunos en el pueblo dicen que se desmayó en medio de una avenida y fue atropellado por un camión. Otras versiones afirman que cruzó la calle sin mirar, ante los que otros decían; - ¡No era tan pelotudo, llevaba más de cuarenta años viviendo en capital federal!.- 

Nadie sabía la verdad. Esperaban que llegaran sus hijos para que cuenten con detalles la desgracia. Solo se sabía que el accidente sucedió el Jueves, pero el Juez autorizó la entrega del cuerpo a sus familiares recién el sábado y que iba a ser trasladado desde Buenos Aires a Chuquis en Ambulancia. Lo iban a traer en avión, pero costaba más de veinte mil pesos que ni la obra social, ni el seguro cubría. 

El domingo amaneció nublado y en silencio. Solo se escuchan pájaros a lo lejos. Nadie encendió radios ni telivisores.

Una combi blanca entró lentamente al pueblo. 

Pedro Ceferino Bazán, hermano más chico del finado, fue el encargado de organizar el velorio. En plena madrugada abrió y limpió la casa abandonada de "Mengucho". Hizo ampliar el nicho familiar, carnió un ternero y encargó a las hermanas Salinas el rezo del novenario. 

Lo velaron a cajón cerrado hasta el lunes. La carroza fúnebre de una empresa privada de Aminga partió a paso de hombre camino al cementerio. La viuda, a quien pedro solo conocía por cartas y fotos, le habló en voz baja:
- Después digamé cuanto gastó para devolverle.
_ No se haga problema, ya está todo cubierto.
_ ¿Cómo? ¿Qué hizo?
_ Vendí ese arado de mierda.



El Escribidor

martes, 29 de enero de 2013

Una vez fuí niño

Cuando se fue tenía 4 años. Creo que hasta ese entonces fui un niño normal, o mejor dicho; hasta esa noche fui niño. 
Ya pasaron casi dos años que no la veo. Recuerdo todo como si hubiese pasado ayer...


Caminamos rápido. Voy casi colgado de su mano y corro cuando no alcanzo su paso. Presiento que algo va a pasar. Mientras tanto hago silencio y me limito a caminar a la par.

Nos acompaña un pariente lejano. Mis pensamientos fantasiosos no me dejan escuchar su diálogo. 

Llegamos a la estación de servicio del pueblo. Me compraron una bolsa de caramelos y ella me dijo:

_ Portate bien, no hagas renegar y comé toda la comida.

Me quedé perplejo. Creí haber comprendido lo que estaba por suceder. 

_ ¿Donde vamos? - Pregunté en tono triste y casi con ironía.

Veía que su cara no era la de siempre. Su mirada casi desorbitada, estaba fija en la nada.

_ Donde vamos? - Repliqué.

_ A ningún lado - Respondió.


Había otras personas esperando. Era de noche y hacía frío.
De repente llegó un omnibus. Puso balizas, frenó. No sé de qué escapaba. No entendía qué necesidad podía llevarla a abandonarme.  

Ella se agachó, me abrazó, me besó y se despidió llorando.

_ No!, no te vayas mamina...No te vayas por favor. Prometo decirte mamá, prometo ser bueno. No te vayas!.

Esa noche un monstruo de metal engulló su figurar y se la llevo.

Nunca más he vuelto a llorar como aquella vez. El pecho se me cerraba y casi no podía respirar. Las lagrimas, los mocos y la saliva dulce, erosionaron mi alma de niño para siempre.



El Escribidor

El madrugador de siestas

     Qué vida ingrata la del obrero que en las siestas de febrero, debe escapar de su pieza que parece un horno. Con sus sueños a cuesta, sa...