miércoles, 23 de mayo de 2012

Desde el Futuro

Escribo esto desde el futuro. No tengo certeza hace cuanto que estoy muerto, creo que hace más de cien años. Han resucitado mis recuerdos y pensamientos, y todos los días unos niños que se comportan como adultos, me entrevistan sobre cuestiones cotidianas de mi vida anterior. La única forma de comunicarme es a través de textos que se reproducen en pantallas del área de historia de la industria de conocimientos.

Mientras pueda voy a contarles como es La Rioja hoy.

El edificio donde funcionaba la UNLaR ahora es un centro de rehabilitación para personas adictas a drogas sintéticas. Las escuelas son edificios de reunión social y las Iglesias ya no existen, hace treinta años que fue demolida la última. La única que se mantiene en pie es la Catedral que se conserva como un museo.

Ya no existen géneros, ni preferencias sexuales.  No se distingue a simple vista lo que antiguamente se llamaba hombre y mujer. Los humanos se enamoran de humanos. Dos personas cualquiera pueden amarse, convivir y reproducirse. El genoma humano fue descifrado y es posible fecundar dos espermatozoides o dos óvulos. La antigua concepción todavía es posible y es una forma más de reproducción. Paradójicamente tener hijos demanda un largo trámite, porque la población del planeta es regulada desde que el ser humano puede vivir para siempre.
   
La economía mundial está basada en el intercambio de una moneda llamada gnosis. Se trata de conocimientos y habilidades que se comercializan como bienes de uso.  Esta forma de economía existe desde que la electricidad neuronal, causada por la sinapsis de la memoria y el pensamiento, se vinculó con la electrónica moderna. Hoy a los niños se les injertan unas prótesis formada por una especie de procesador y micromemoria. Gracias a esto pueden almacenar la capacidad de recordar 1024 gnobyte, el equivalente a la antigua capacidad de memoria humana elevada a millonésima potencia. Este artefacto se lo colocan en la zona occipital del cráneo y a través de una ranura se les instalan conocimientos científicos, filosóficos y habilidades mentales. Esta operación se les hace a los chicos cuando las preguntas infantiles comienzan a disminuir. Según parece la imaginación no es posible de transferir por este método. Es el misterio divino de la ciencia.

El conocimiento que se les instalan a los niños por primera vez, es un conocimiento base con el que construyen nuevos. Los niños son el motor de la industria del conocimiento. Ellos son los únicos capaces de construir nuevos conocimientos a partir de la imaginación que los adultos han perdido. Antiguos estudios han descubierto que luego de la infancia las capacidades del cerebro involucionan. La plenitud humana muere en la adolescencia.

Esas prótesis también hacen posible la intercomunicación entre cualquier humano ubicado en cualquier parte del mundo. Aparentemente es una comunicación en donde no usan palabras, sino la transmisión de sensaciones. El concepto de sociedad ya no está determinado por un espacio geográfico. Hay gente que vive en La Rioja, pero físicamente se encuentran en Europa.

Los libros son reliquias de una época que los actuales historiadores la denominan paleo-moderna. Las computadoras y los celulares son tecnologías extintas. Ya no hacen falta.


Ahí vienen otra vez, debo irme...


El Escribidor

  


martes, 1 de mayo de 2012

La muerte digna del Capitán

- Ya es hora Capitán.
- ¿Qué hora es Soldado?.
- Las dos y cuarto.
- Muy bien, llegó el momento. Ataquemos.

    El capitán hizo cuenta regresiva con sus dedos y de un salto salieron de la trinchera disparando con sus ametralladoras. Quedaban ellos dos solos en un estrecho campo de batalla, contra un numeroso pelotón enemigo que se escondía a pocos metros entre unas raras estructuras de colores. Era una tarde de otoño soleada. El marco alegre para la guerra declarada entre dos bandos que anteriormente habían sido amigos.
    Los disparos rozaban los uniformes del Capitán y de su único Soldado sobreviviente. La balacera los superó y tuvieron que refugiarse nuevamente detrás de unos troncos. 

- Por acá soldado, escóndase acá! - Ordenó el Capitán.
- Debemos rendirnos. Ellos son mas. - 
- ¡Ni loco!. Llegaremos hasta el final. Dígame que hora es.
- Las dos y cuarto.
- Cuídeme la retaguardia, atacaré por detrás de aquellos arbustos. Si no regreso, pida refuerzos. Que manden tanques y aviones. 
- Voy yo Valentín.- Dijo el Soldado que conocía a su Capitán y era capaz de entregar su vida para proteger a su amigo. 
- No Santiago.- Respondió raudamente el Capitán. - Hoy me toca ser el héroe en esta batalla. Para eso soy tu Jefe. Tú quédate acá y espera mi señal. 

    El soldado quedó sin palabras y aceptó resignadamente la orden. Eran vecinos y amigos de toda la vida. Se querían como hermanos. 

    El Capitán salió del escondite y comenzó a disparar a mansalva. Corría por la arena gritando con la vehemencia digna de un patriota que está por entregar su vida con honor. 

    Según las crónicas del enemigo, fueron quince disparos los que impactaron en el cuerpo del héroe. Pero Valentín, no había sentido ninguna de las balas y todavía estaba de pie intentando luchar. Discutía con los militares enemigos que ya lo encañonaban inmóvil. Le pidieron que se tire al suelo, que acepte su derrota y muera dignamente. 
    Cuando el Soldado llegó hasta el cuerpo de su Capitán, ya agonizaba enojado por la amarga derrota. Para el camarada del difunto, solo fueron dos los disparos que efectivamente dieron en el blanco. Los otros disparos formaban parte un relato exagerado, propio del vencedor para exaltar su triunfo. Ambos fueron tomados prisioneros por dos mercenarios enemigos, que en sus uniformes bordados los nombraban como: Bautista y Leandro. El fin de la guerra había comenzado.

- ¿A que hora fue?
- A las dos y cuarto, dijo Santiago.

    Agonizante y con la mirada fija en el horizonte, el Capitán divisó la figura de una mujer que apareció en campo santo y venía hacia El. Cuando la reconoció, comenzó a llorar. Era su Madre. Sabía que su final había llegado y ella lo había venido a buscar para marcharse juntos. El ocaso y los últimos cantos de pájaros del día, pusieron el marco inolvidable de una tarde que entristeció a todos los testigos de aquella escena. Militares propios y contrarios hicieron silencio de luto. Ellos también sabían que mas temprano que tarde, correrían la misma suerte.

- Valentín, vamos que ya es tarde.
- Oooh...maaami!.
- El próximo fin de semana podes venir de nuevo a la plaza.
- Uuh...pero todavía es de día.
- Es tarde. Mañana tenés que ir al jardín.
- Pero si recién son las dos y cuarto.

    La mujer sonrió. Sabía que el soldado Santiago era el único que tenía reloj, pero todavía no sabía la hora porque recién era iba sala de cuatro.



El Escribidor




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La muerte digna del Capitán por Jorge Antonio Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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